Él tiene dos hermanos, uno de ellos en Bariloche, Juan José.
Juanjo, junto con su hijo Nicolás, me hospedaron por un mes completo en su casa, compartiendo asados, buenas pastas, odaliscas, muy buena música, algún paseo en catamarán y sus amistades.
El primero de sus amigos que conocí fue Fernando “el peti”, un Dogo de aquellos… Él también me dio una mano tremenda alojándome y dándome trabajo por unos cuantos días mientras yo confraternizaba con sus dos perrazos, la Negra y el Choco (temibles ellos).
Gracias al Peti, conocí a José y Carlos, otro peti (pero de puro petiso nomás). Con ellos, asadazos de por medio, alguna que otra cervecita y sus burlas al verme clavar mis primeros clavos de 4 pulgadas, tuve mis primaras nociones de cómo se construye una cabaña toda de madera. Ellos todavía están tratando de averiguar el misterioso motivo por el que vengo, según ellos, “escapando” de Bahía. (?!)
También por medio del Peti, conocí a Mercedes: mujer de mundo como pocas he conocido, con espíritu altruista y solidario, dueña de un gran talento y buen gusto en artes como el telar mapuche, plástica y múltiples manualidades.Ella me integró a su grupo de amigos invitándome a ayudarla a preparar y saborear mi primera Bourguignon.
Allí estaban Marcelo (amante de las artes culinarias telúricas: hay que verlo en acción sacando bruto asado pa’ 24 famélicos obreros de la construcción) y Verónica (casi una paraguayita, ducha en exquisiteces reposteriles presentes, por ejemplo, en mi último cumpleaños), el otro Marcelo (barman casi profesional creador del exclusivo “lemonchampchelo”) y Yesica con su torta voladora realmente “impresionante” (¡Por Dióh!! ¡¿Qué’h lo que éh’eso?!) .
Marcelo (el de Vero) me presentó a Leandro, quien me brindó la primera oportunidad de trabajo fijo: una obra en construcción en las orillas del Nahuel Huapi.
En ese trabajo me tocó conocer a Raúl, capataz experto en cultivar la paciencia con mis llegadas tarde, mis preguntas sobre cada tarea que me encomienda y con mis consultas sobre presupuestos varios.
Ahí también conocí a Martín (coterráneo, aurinegro él), quien más de una vez me bancó los puchos y me regaló una flor de trucha arco iris, pescada por él mismo, a la parrilla.
Mis otros compañeros de laburo son esos dos inadaptados de el negro (que, como los pibes, se tapa la boca con el buzo para decir chistes pavos) y el gringo (que sostiene que “no se puede ser TAN pelotudo y yo le respondo “se puede gringo, SE PUEDE”), quienes se la pasan cagándose de risa de mis torpezas laborales.
Por Juanjo, pude conocer a Horacio, el dueño del hostel Cóndor Andino (al que recomiendo altamente si andan alguna vez por Bariloche) donde viví casi un mes.
En ese hostel trabajan Charly, guitarrero viejo, cocinero de aquellos que hacen papas al horno con harina en vez de aceite (buenísimas) y poseedor de una carcajada envidiable (tanto como su proyecto de viajar por toda Latinoamérica junto a Carolina)…
Leo, protocolístico porteño abarilochado de un excelente sentido del humor y sorprendente dominio del idioma inglés en su versión lunfa (p.e: “is walking?” para preguntarle a un huésped si la pc funciona o “for nóZZing” en respuesta a un thanks)…
Y Carina, mujer de pocas (muy pocas) palabras pero siempre con una sonrisa que hace bien.
Entre medio, tuve la suerte de conocer a Ariel, quien me regaló ese encendedor a prueba de vientos patagónicos;
Carina y Marcelo (amigos de una amiga de un amigo que nos presentó), artesanos de la feria que siempre están listos para recibirme mate en mano;
Osky y Marisa, que nos agasajaron primero con unos choritos de putamádre y después con un pechito de cerdo pa’l aplauso.
Desde el 11 de setiembre de 2007 estoy en Bariloche y desde ese día siempre ando con mi sombrero… desde ese día he pasado por momentos realmente inolvidables por maravillosos y también pasé por los otros…
A cada uno de los que fui mencionando, de algún modo u otro, en mayor o menor medida, les debo algo:
la posibilidad de seguir viviendo contento en Bariloche.
Por eso… no puedo más que ponerme de pie, mirarlos directo a los ojos y quitarme mi sombrero un momento para decirles…
GRACIAS.
Y aquí me quedo.
PD:Y también están los que conocí yo solito, sin que nadie me los presentara…
Benjamín y Mario, dos canarios NO españoles que se las traen y andan por ahí recorriendo el norte argentino correteando a algunas argentinas norteñas…
Javier, pintoresco platense fanático de gimnasia que espero le esté yendo muy bien con “aquello”…
Román y Julia, una pareja de esquelianos que me gustaría volver a ver…
Imbal, una morocha israelí de una belleza dificilísima que me impactó sin miramientos y cruelmente casada hacía muy poco…
Agustina y Guido, dos hermanitos TAN parecidos ellos … buenos cocineros ambos…
Y todos aquellos que me vieron cara de encargado de Cóndor Andino hostel, acudiendo a mí sólo para escucharme decir: “I don’t work here…”
Mención aparte:
Marion (casi “rubia” ella) y Guillaume (fotógrafo “profesional” él) novios ambos, franceses ellos, que me enseñaron a hacer creppes, que me tomaron fotos saltando al vacío, con quienes nos escondimos alguna porción de torta y quienes me invitaron a ser partícipe de su sueño…
Allí estaré.
1 comentario:
La candorosa Says:
Lunes 10, Diciembre 2007 at 5:48 pm
Mi padre solía decir: “Las personas agradecidas, son las mejores…”
No se si usté es “el mejor”, pero al menos se lo ve agradecido y feliz de compartir tantas cosas maravillosas con gente buena y simple.
Le felicito por estar en un lugar y con gente tan “copada”!!!!
Saludos y candor pa’uste, señor!!!!
mrhalls Says:
Lunes 10, Diciembre 2007 at 11:54 pm
Candora: sépalo de una sola vez: no soy “el mejor”.
Aunque debo reconocer que al menos trato de estar entre los mejores… ¡¡¡Por eso los elijo a todos ustedes!!!!!
(¿quién no tiene su rinconcito demagógico?)
Y sí, estoy profundamente agradecido.
Y de paso, agradézcole sus felicitaciones :)
pescau Says:
Martes 11, Diciembre 2007 at 11:17 am
Don Negro, yo me imagino que no todo es belleza, pero… ¡qué lindos momentos cuenta!
Si yo fuera chistoso diría que desde que está en Bariloche debe haber engordado bastante… ¡¡encima comiendo esas huevadas tan ricas!!
Bueno, como la Cando, me alegra saber que hay gente que aún sabe decir gracias.
No me acuerdo si ya se lo dije antes, pero se lo digo ahora: si llega a pasar por Neuquén me chifla.
¡Un abrazo de pescáu!
mrhalls Says:
Martes 11, Diciembre 2007 at 8:54 pm
Pescadazo:
Desde ya que no todo es retamas en flor… Pero aquellas no se agradecen ni se reprochan, ni se mencionan… simplemente se tienen en cuenta en privado.
Si Usté se dedicara al humor, tendría poco éxito vea… estoy más flaco a fuerza de laburar de albañil, lo cual me habilita plenamente a comer cuanta gulería se me ponga en frente…
¿Y sabe qué? ¡No sé chiflar! ¡JA! Pero quédese tranquilo amigo, que sin que me dijera nada, yo iba a avisarle de algún modo, sin duda ni demora.
Nunca está de más aclarar : lo mismo digo Pescáu si se le ocurre andar por estos pagos.
Un abrazo sincero.
gabriela Says:
Miércoles 12, Diciembre 2007 at 9:46 pm
Me gusta leerlo contento… recuerdo sus ansias de levantar vuelo rumbo a los sures…
Me gusta leerlo lleno de amigos.. ud sabe.
Le mando besos
mrhalls Says:
Jueves 13, Diciembre 2007 at 8:08 am
Gabriela:
Estoy así… tal cual me leo, oigo y veo: contento y cada vez más negro.
¿Mandó besos? ¡Buenísimo!
¿Le informaron pa’cuándo llegarían, más o menos?
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