sábado, 11 de septiembre de 2010

Tres años.

Hoy se cumplen tres años desde que me radiqué aquí, en Bariloche.
Tres años... Parece que han sido suficientes.
Antes de fin de mes, partiré nuevamente hacia nuevos rumbos.
A trabajar en la montaña, en lugares que aún no conozco y que sé me van a gustar...
Un verano en la montaña. El privilegiado placer de trabajar haciendo lo que a uno le gusta, donde a uno le gusta. Será cuestión de disfrutarlo entonces.
Luego vendrán los siguientes pasos, los necesarios para llegar a Europa antes del próximo mayo.
Y después, después...
¿quién puede saberlo?

sábado, 7 de agosto de 2010

Mitad.

Puedo vivir solo.
Muy lejos de vos.
Por mucho tiempo más.
Sin verte.
Sin escucharte.
Sin tocarte.
Sin olerte.
Sin morderte.
Sin tu mirada.
Sin tu sonrisa.
Sin tu carcajada.
Sólo imaginándote.
Recordándonos.
Sí, puedo vivir sin vos.
Pero...
Es sólo media vida.
Y no me alcanza.
Quiero la otra mitad.
Te amo.
Y voy por vos.

lunes, 5 de julio de 2010

Harto de estar harto...

Sí señoras y señores, me estoy cansando.

de que preguntes para no escuchar
de que la tengas tan clara
de tu mezquino "ventajismo"
de tu derroche
de tu descuido por tu entorno, mi entorno
de tu queja estéril
de tus implícitas expectativas
de tu estúpida indignación
de tu maldita y consciente desidia
de que te dé lo mismo
de tu falsa buena disposición
de que te comprometas sin necesidad, dejando entrever que no interesa cumplir
de que ofrezcas lo que nadie te pide, para luego no brindarlo
de tu falta de capacidad para guardar silencio, aún cuando es evidente que no tenés nada, absolutamente nada para decir; o peor, cuando pongo en evidencia tu chamuyo
de que no te moleste interrumpir
de tu prejuiciosa seguridad sobre mí, cuando no tenés ni la más puta idea de quién soy
de tu mirada esquiva

Y especialmente...
De mi puta falta de capacidad para desenvolverme mejor entre la cada vez más puta gente.
Si, a veces me pasa que reniego del prójimo que me toca.

A principios de este año, ella me dijo, bajando dos octavas y con sumo cuidado y respeto, palabras más o menos...
"éste Pablo que me encuentro ahora es muy distinto de aquél que yo traía en mi recuerdo... éste Pablo es nuevo para mí... está muy cambiado... está como más... hummm... más... ¿cómo decirlo? hermitaño es la palabra."

Y sí, ya veo, algo de cierto hay en ello.

Sensaciones.

Hace alrededor de un año ella me dijo, palabras más o menos, mirándome a los ojos y con su enorme y franca sonrisa...
_ Hey, Bro! Quiero que escribas para mí acerca de una palabra que me gusta mucho: sensaciones.

Acepté con gusto, halagado, sabiendo de su genuino interés, sin saber cuán difícil me iba a resultar.
Acto seguido, se fue lejos... muy lejos.

Las sensaciones me definen, me indican cómo estoy.
Tengo especial cuidado en guardar minucioso registro interno del momento, el entorno, el contexto, el lugar, el clima, la situación en que aparecen y de cómo modifican mi estado del ánimo, mi humor.
Trato de tener total conciencia del estímulo que las genera, e intento verbalizarlas, ponerles nombre.
Algunas veces esto me resulta bastante sencillo y lo logro de inmediato, pero otras...
Soy capaz de pasarme días percibiendo una sensación extraña en mí sin llegar a definirla, inquieto, revisándome, hurgando en mi interior, viéndola y valorándola desde todos los aspectos que me es posible.
Quiero saber "qué" es lo que estoy sintiendo siempre, para hacer todo lo posible en el futuro por revivirlas. O todo lo contrario.
En síntesis, para aprender.

A cada sensación le corresponde uno o varios estímulos y, muchos de éstos, tienen nombre propio, el de esas personas que la vida me regalado o con las que me ha castigado.
Las personas, indudablemente, son estímulo, generan sensaciones.
Y es por ésas sensaciones que las voy eligiendo o rechazando, teniéndolas presentes a través del tiempo, manteniéndolas lo más alejadas de mí que pueda o confinándolas al rincón de las olvidables.
Y es también por ésas sensaciones que voy evocándolas, llegando incluso a invocarlas... ("venga para acá, que necesito reír")

En tren de nominar sensaciones, he llegado a curiosos resultados, especialmente cuando no logro hacerlo en una palabra y me encuentro entonces con alguna frase o hasta alguna alegoría.

Citaré un par de ejemplos que me son propios.

* Cuando damos el primer bocado de algún manjar y comenzamos perder control de nuestros movimientos, gestos y sonidos que emitimos a merced de esas cosquillas que se concentran en los maxilares, para mí no es otra cosa que un orgasmo papilar.

* En medio de una intensa y complicada conversación con alguna mujer que alguna vez amé, con la que estábamos soltando aquella, nuestra historia, me surgió de manera sorprendentemente espontánea que su paso por mi vida es como un helado que me la vida me ragaló, un helado que supe disfrutar con regocijo hasta el último bocado pero, lo sabemos bien, los helados se terminan. La sensación de ese momento fue la de estar agradecido con la vida, sin caprichosos lamentos.

Y ustedes... ¿Qué me dicen de las sensaciones?

PD: Escrito para vos ELE. Ya ves, nunca me olvidé :)

sábado, 1 de mayo de 2010

Piedra basal.

Carta a mí mismo.

Lo que leerán a continuación es la transcripción fiel y parcial de una carta que escribí hace ya un buen tiempo y que encontré en mi último viaje a Bahía Blanca.

Bahía Blanca, 13 de febrero de 2003.
Me debo una vida mejor.
Y sé que en esa vida están ustedes, mi hijos.
Y también estás vos, la mujer que amo.
Claro que vos no podías faltar: [...]
Y algunas personas más, no muchas más.
Me parece irónico tanto pensar y pensar para llegar a una conclusión tan obvia, tan contundente: Me debo una vida mejor.
Tanta energía malgastada pensando y pensando, dándole vueltas para entender cosas que ya no están, buscando respuestas que me expliquen por qué estoy o soy así. Siempre tienen sabor a justificación, a excusa.
Soy el que quiero ser como puedo ser. Y siempre cuando puedo, nunca antes.
Soy el dueño de mis actos, el único responsable. Nadie más que yo. Basta ya de buscar culpables. Ni ellos, ni yo: nadie tiene la culpa de nada.
Es cierto que tengo motivos para estar mal y ésa es la mierda que me falta destilar.
Pero también es cierto que existen de los otros motivos. Puedo verlos, tocarlos, están ahí al alcance de mi mano. Puedo sentirlos. Son Uds. Y están a mi lado sufriendo lo de ustedes y sufriéndome a mí. [...] Como dije antes: nadie tiene la culpa de nada. Uds. mucho menos.
Y también es cierto que existe el verdadero motivo de todo; lo bueno y lo malo: yo.
Puedo verlo claramente. Cuando estoy mal [...] Y así la rueda gira con más fuerza, cada vez más pesada, más aplastante. Me parece así de claro, así de redondo, así de enfermizo.
Leo y releo todo lo que escribí hasta ahora y todavía estoy de acuerdo con todo.
Sigo de acuerdo con la idea de soy el único dueño de mis actos. Y si estoy harto de estar cansado de la puta rueda, entonces tendré que adueñarme también del acto de bajarme de la maldita rueda.
O mejor, hacerme dueño del acto de no empezar a moverla.
Y si estoy harto de preguntarme “¿hasta cuándo?”, será hora de hacerme dueño de la respuesta.: “hasta ahora, ya basta, no más.”
Parece simple. Es simple. Y vuelvo a confirmar que lo simple no es fácil.
Conocer mis limitaciones me permite darme cuenta que no es fácil. Y aparece la angustia.
Desconocer mi potencial es una gran limitación (mi verdadero potencial).
Si la pregunta es “¿hasta cuándo?”, y la respuesta sigue siendo “hasta ahora, no más”, entonces cómo me puedo hacer dueño de la respuesta? (ya siento que estoy empezando a enredarme).
Dueño de mis actos. Responsable de mis actos. Dueño de mí, de mi vida. Responsable por mí, por mi vida.
Dueño de la vida mejor que me debo.
Responsable de la vida mejor que me debo.
¡Adueñarme de una vida mejor, porque me la debo!
Y me doy cuenta que para adueñarme de esa vida mejor necesito coraje.
¡Mierda! La verdad es que me siento realmente limitado con lo del coraje.
También necesito luchar por adueñarme, ganarme esa vida mejor que me debo.
Y necesito garra. Y también inteligencia.
Y amor por mí mismo.
Soy quien quiero ser y como puedo ser. Cuando puedo.
Ahora la pregunta se amplía: ¿Hasta cuándo voy a esperar para saldarme la deuda de una vida mejor?
Ahora la respuesta es la misma pero distinta: Hasta ahora, ya basta, no más...
Hasta ahora que decido adueñarme de mi coraje.
Hasta ahora que decido aprender a luchar.
Hasta ahora que decido usar la garra y fortalecerla.
Hasta ahora porque ahora es el mejor momento, porque no vale la pena esperar, porque es un error esperar el momento cuando es ahora y no mañana.
Hasta ahora, porque es ahora que quiero vivir mejor.-