Una mesa. Un muy bien vino malbec. Y un amigo. Un nuevo buen amigo con su hermano lejos.
Estos ingredientes eran necesarios. Fueron suficientes.
Surgió su pregunta: Te va Bariloche?
Mi respuesta no se hizo esperar ni un instante: Sí!
Inmediatamente Daniel tomó su teléfono y lo llamó a Juanjo, su hermano.
Sólo tres minutos después y con algunos sorbos más, lo teníamos decidido: Próximo destino... Bariloche!!!
Así sucedió. Era la noche del miércoles 29 de agosto en la Alhambra, Bahía Blanca.
Hoy escribo estas líneas desde la casa de Juanjo, en Bariloche. Él ahora no está, salió a navegar. Y yo estoy compartiendo el almuerzo con su hijo Nicolás, que sorpresiva y afortunadamente, comparte con devoción mi mismo gusto por Pink Floyd.
Cuando me quedé sin trabajo apenas unos días antes de aquél vinazo, sospeché que de ese cimbronazo tendría que salir algo bueno. ¡Nunca creí que sería TAN bueno!
Lejos de vos. Lejos de ellos. Sigo estando acá, pero desde otro lugar. Un poco más cerca de mi sueño rozando la punta de mis dedos.
Yo estoy acá. Y acá es donde los espero.
Cuando quieran.
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Hace 7 meses