miércoles, 1 de junio de 2011

Sueño.

Marzo de 2001.
Vacaciones.
En pareja.
Así fue como tomé contacto por primera vez con estas montañas, en El Bolsón.
Nos pasó como supongo (sé) les ha pasado a muchos. Tal fue la fascinación que inmediatamente soñamos con radicarnos aquí.
Íbamos paseando, cuando ella dijo una muy extraña cosa: "Si no lo consigo en un año, entonces sé que no voy a lograrlo..."

Han pasado diez años. Las vueltas han sido muchas. Las circunstancias, variadísimas.
Y aquí estoy, viviendo desde hace cuatro años en la Patagonia y por algunos meses en El Bolsón.
Y me doy cuenta que un sueño... es un motor. Y ayuda a vivir.

No importa lo que suceda, cuántos sean los tropiezos, cuántas las caídas...
Los sueños, no deben abandonarse.
Entonces... ¡Adelante!

Desde hace un par de años... vengo soñando en alemán.
Y así voy.