miércoles, 29 de julio de 2009

Ana

Ella iba con paso raudo hacia la cocina. Vaya uno a saber con qué cosas en su mente.
Sin preámbulo le dije:

_ ¡Ana! ¿Cuál es el sentido de la vida?

Necesitó sólo tres segundos.
Uno para escuchar.
Otro para pensar.
Un último para resumir la respuesta en sólo una palabra.
Mirándome a los ojos...

_ ¡Disfrutarla!

Sin más, continuó su marcha con vaya uno a saber con qué cosas en su mente.

Ana cumple hoy siete años.

viernes, 24 de julio de 2009

Plan.

plan.
(De plano).
2. m. Intención, proyecto.

He tenido planes que me parecían perennes. Luego aprendí que lo mejor es hacer planes con lápiz, fácil de borrar para corregirlos sobre la marcha.
A partir de entonces, he transitado muy diferentes caminos, incluso por aquellos que “sabía” jamás volvería a recorrer. Y fue así que mastiqué el amargo sabor del fracaso, la frustración, la desazón total…
“¡¿Qué hago acá?! No quiero, no merezco esto, pero… ¿Qué hacer?”
Seguir. Avanzar. Continuar con la búsqueda.
Y me fui.

Me he asomado a nuevos destinos, totalmente desconocidos para mí. Ningún lugar me resultó familiar. Todas las caras fueron nuevas. No reconocí ni una voz. Nadie sabe quién soy.
Por primera vez en mi vida estuve solo.
Todo un desafío… No es fácil conciliarse con nuestra soledad.
Trabajé en sitios y actividades que no hubiera imaginado nunca. Y disfruté el aprendizaje. Caminé cantidades indecibles de kilómetros. Pedaleé otros tantos. Conocí nieves, montañas, bosques, pedreros, lagos, cascadas y arroyitos plan B.
Y me regocijé.

Conviví con personas provenientes de todo el país y el mundo, cosa imposible que sucediera en Bahía Blanca. Mejoré muchísimo mi inglés y balbuceé mis primeras palabras en portugués, alemán y francés. En este entorno, destaco tres puntos fundamentales de intercambio: el idioma, la comida y la música. Maravilloso.

Son casi dos años desde mi última partida de aquella ciudad que me vio crecer, que nunca me gustó, que nunca alcancé a querer, de la que siempre me quise ir… Ciudad de planes perennes.
Durante este tiempo he ido gestando mi próximo plan: viajar por Europa, trabajando, recorriendo pueblitos, esquivando capitales y grandes ciudades, visitando amigos… Durante alrededor de dos años, tiempo suficiente para ir delineando el siguiente plan que, a priori, es volver a Bariloche, aunque sea de paso, a re-transitar este maravilloso lugar que significa un verdadero hito en mi vida.
El periplo incluye, como mínimo, pasar por los siguientes lugares:
Primero, antes de salir del país, pasar necesariamente por Bahía Blanca, luego Mar del Plata, Buenos Aires y puede que por aquel maizal.
Después vendrán Aveiro, Portugal; todo el interior de España hasta llegar a Costa Brava a orillas del Mediterráneo; Principado de Andorra; L’aber Wrac’h y Lannilis, corazón bretonés en Francia y por supuesto, ubicarlos a Marion y Guillaume con su hijito Merlín (¿no les parece genial el nombre?). Y Wendlingen, Alemania. Tal vez Escocia, Irlanda, Suiza y quién sabe dónde más…
Y para ustedes… ¿Cuál es el plan?

jueves, 9 de julio de 2009

Pequeñas libertades.

Hace poco escribí que la libertad me resulta muy parecida a soledad.
Es que vivir solo tiene esas pequeñas ventajas cotidianas que hacen que valga la pena. A saber:
* Comer lo que quiero, preparado a mi manera, con los condimentos que más me gustan, a la hora que quiero, si quiero.
* Gastar el mucho o poco dinero en lo que considero más urgente o importante sin tener que justificarlo de ningún modo más que de aquel que me convenza a mí mismo. Créanme, tengo un talento envidiable para conseguirlo. O tengo el sí fácil. No sé.
* Andar en patas y en medias por toda la casa. Incluso por el patio si es necesario. Sin la menor culpa y sin el más mínimo ejercicio de mi paciencia.
* Salir de mi casa a cualquier hora sin avisar a dónde ni a qué voy; vestido así, como se me da la gana. Ni a qué hora pienso volver. Y una vez fuera, sin preocuparme porque me estén esperando.
* Tomar todas las decisiones sólo por mí y para mí, siendo yo el único responsable de las consecuencias que de ellas resulten, sabiendo que las mismas no afectarán a nadie más.
* Ordenar la casa (o no) como a mí me gusta o según tenga ganas.

La lista podría seguir.
Elegir vivir así (sí, hoy elijo hacerlo, hace algunos años, al separarme, no tuve opción) te deja definitivamente solo.
Y créanme, vivir en soledad no tiene nada de malo. Lo disfruto bastante. Sólo que a veces (sólo a veces) me pregunto…

¿Cómo canalizar la capacidad de amar?